martes, 12 de octubre de 2010

Junkies en el cine: Top 5 de films sobre drogas...

Siempre he pensado que todas aquellas personas que utilizan drogas o sustancias extrañas para encontrar otra realidad (o escapar de ésta) son extremadamente débiles.

Nada me parece más incoherente que un adicto con una jeringa enterrada en el brazo tratando así de salir de sus problemas o de su inevitable soledad. Sin embargo, en algunas ocasiones, esos viajeros traen a este mundo situaciones hilarantes y crónicas innegablemente interesantes.

Nunca me he encontrado con ninguna cinta sobre junkies que tenga un final feliz, en cualquier caso, algunos son esperanzadores. Lo que me lleva a saber con certeza, que no hay absolutamente nada de bueno en ninguna droga, salvo los films que a veces salen de ahí.
Me digan lo que me digan....


Debió ser en febrero de 1997, cuando encontré en un videoclub la siguiente leyenda: "La Naranja Mecánica de los 90". Sabiendo la importancia de tales palabras, no dudé en rentar esa cinta que en 94 minutos, con un inolvidable soundtrack, una edición vertiginosa y secuencias oníricas que hoy son objeto de culto, se convirtió en un símbolo para toda una generación. Trainspotting (Danny Boyle, 1996) narraba las andanzas de una serie de extraños sujetos y su interacción con la heroína, todo un paseo: de la comedia al drama, de la risa al asco...

Lo más deprimente de una película como Christiane F. (Uli Edel, 1981) no son las tremendas secuencias de una adolescente de 13 años sujeta a todo tipo de peripecias debido a su adicción, sino la fragilidad y facilidad con la que entra en ese submundo, de una atmósfera sórdida, verdaderamente sucia, con prostitución, miedo y la música de Bowie. Después de la secuencia en donde la protagonista y su novio tratan de dejar su adicción entre sudor, gritos, sangre y vómito, nada vuelve a ser lo mismo. No apta para todo público.


"Es un mundo muy abrumador para un junkie...", menciona en un momento determinado el personaje de Heath Ledger, en una de sus últimas y mejores actuaciones. Poética de principio a fin, con una sutileza pocas veces vista, la cinta nos demuestra que para un drogadicto no importa que tan profundo se esté, siempre se puede estar un poco más, tratando siempre de "comenzar de nuevo" con las mejores intenciones. Atípicamente, Candy (Neil Armfield, 2006) presenta un final mucho más esperanzador que gran cantidad de películas con la misma temática. Un cuento moderno que deja muy en claro que un mal amor y una adicción, son una pésima combinación.


Recuerdo que para cuando la pantalla se funde a negros hacía el final de Requiem for a Dream (Darren Aronofsky, 2000), uno sabe que acaba de ver una obra de arte. Tienen que pasar días para que la estridente banda sonora de Clint Mansell, las pupilas dilatadas y la decadencia de las historias de los protagonistas salgan de la mente. Aronofsky ya había demostrado de lo que era capáz con Pi (1988), pero esta cinta es por muchos considerada la mejor película sobre drogas de todos los tiempos, por la crudeza, sin límites. Aquí para el final no hay concesiones ni redención, es un viaje de no retorno.


Un auténtico viaje. Un alucine en la mejor compañía: Depp, Del Toro, Gilliam y Hunter S. Thompson. Uno de esos extraños casos en donde la película transpola y supera a la novela, cobrando vida propia, con un Terry Gilliam dándose gusto en situaciones empapadas de LSD. No es ni una road-movie ni un drama de junkies, se trata pues de una crónica surrealista del llamado "Nuevo Periodismo". Las Vegas mejores que nunca, una maleta llena de drogas y un montón de diálogos memorables, hacen de esta cinta un verdadero viaje de introspección y crítica al llamado "sueño americano". Un super viaje sin la necesidad de meterse nada.

Si esto fuera un Top 10 faltaría mencionar:

The Trip (Roger Corman, 1967): La primera cinta en los 60 en hablar de la droga de moda: el LSD.

Easy Rider (Dennis Hopper, 1969): También con Jack Nicholson, otro viaje, pero esta vez, casi un poema.

Scarface (Brian De Palma, 1983): Pacino en el papel de su vida, cocaína, sangre y mucha actitud; guión de Oliver Stone. De culto instantaneo. Mención aparte merece el videojuego.

Drugstore Cowboy (Gus Van Sant, 1989): Angustiosa y delirante, de lo mejor de Van Sant y ese estilo independiente estadounidense que usaron hasta agotarlo.

Spun (Jonas Åkerlund, 2002): De estilo videoclipero, con un elenco de lujo, toda una aventura junkie. La cinta con más cortes de edición (más de 5000) en la historia de los largometrajes.